Capítulo II
Sintió
la luz matutina en sus párpados, le molestó tanto que al abrirlos y ver a su
hermanastra en su cuarto le dio rabia, quería explotar, pero sabía que era muy
temprano y no quería echar a perder todo el día por algo tan insignificante
–sí, insignificante-Se repitió en susurro para tranquilizarse poco a poco.
-Buenos
días hermana. Sé que no te gusta que entren a tu habitación, pero ya es tarde.
Por
unos segundos se quedó mirándola, viendo aquella sonrisa infantil en el rostro
de su hermanastra, viéndola bien vestida, peinada y de seguro pensando en lo
bello que era la vida y todo a su alrededor. Por un momento sintió envidia,
envidia de que a pesar de tener solamente dos años de diferencia en la edad,
estuviera amargada y Sofía no. Claro, sabía la diferencia, sabía que Sofía podía
contar con Mary, y ella no, no tenía una madre a quien acudir, a quien abrazar
o contarle sus secretos.
-En
unos momentos estoy lista, pero por favor vete.
Cuando
la puerta se cerró y la dejó nuevamente sola, se levantó de golpe y no dejó de
caminar enérgicamente hasta llegar al baño, ese enorme baño que parecía otra
habitación dentro de la suya, tenía una tina tan hermosa que se preguntó si su
padre había pensado tan siquiera si eso era
un buen castigo para ella. Sin seguirle dando importancia a la estúpida
acción de su padre, puso manos a la obra: se bañó cuidando de quedar
completamente limpia, tallando fuerte donde creía que era necesario. Vio la
caja del tinte que había comprado antes de empacar, estuvo tentada de tomarlo y
acabar con su asqueroso cabello rubio, pero sabía que no podía hacerlo, por
mucho que quisiera cambiar de look, hasta de personalidad sabía que el cabello
rubio y sus facciones eran parecida a su madre, era como ver a su madre de
joven en el espejo y esa era la única razón por la que su padre le aguantaba
todo y la mimaba cuanto podía, porque cada vez que la veía podía ver al amor de
su vida aunque fuera por unos instantes.
Se
miró en el espejo de cuerpo completo que había en su baño, se contempló, odiaba
el uniforme aunque lo había mejorado un
poco; en lugar de esa falda larga, le había quitado unos centímetros hasta
dejarla arriba de la rodilla, casi como si fuera minifalda. Al suéter con el
escudo oficial de la prestigiosa institución no le pudo cambiar nada, pero lo
que eran los zapatos y la playera los había cambiado por otro modelo del
asignado. Sí, se sentía satisfecha con la primera fase de su plan. Se enfundó
en aquella gabardina costosa, agarró la mochila negra, un poco gastada y con el
logotipo de Black Sabbath en el
frente- Estoy lista.
Estaba
agotado, haber ayudado a su hermano para sacar a aquella muchacha de la casa
había sido demasiado difícil, más cuando su tío llegó antes de lo previsto.
-Te
odio, si me quedo dormido en la primera clase me las pagarás.
Su
hermano se rió, odiaba aquella risa que reflejaba su vanidad.
-No
te vas a dormir, amas tanto las clases que te despertarás enseguida.
-Espero
que esa amiga tuya no haya sufrido
por la caída.
-Uno
que otro raspón, nada más. Además, dudo que le haya dolido, estaba mucho más
ebria que yo…
Otro
cigarro, más humo, más apariencia rebelde.
La
campana sonó, y después de un minuto las enormes puertas de la institución
comenzaban a cerrarse, así de estricto era este lugar - puras apariencias
solamente.- Estaba a punto de darse media vuelta para dirigirse al aula que le
habían asignado desde el primer día del curso cuando vio correr a una chica,
pasando a duras penas las puertas que los encargados estaban empecinados en
cerrar. Se asombró, no sabía cómo rayos las mujeres podían correr con botas
como las que ella traía, era como ver unas de KISS, pero con tacón en lugar de toda la suela de plataforma. Por
un instante se dio cuenta de que jamás la había visto, conocía a todas las
mujeres de ese lugar, tal vez no sus nombres, pero sí sus caras y juraba jamás
haberla visto por ahí con amigas, riéndose de estupideces o viéndoles el
trasero a cada hombre deseable que se
les cruzara,
-Mira
nada más, qué delicia de mujer- dijo Darrell mientras la veía avanzar a su lado
y luego les daba la espalda con una tranquilidad sospechosa. Mientras Darrell
la barría observando su posible nueva presa, él simplemente se quedaba viendo
aquella mochila con el nombre de la
banda que tanto le gustaba.
-Matt-
chasqueó los dedos- Tenemos que entrar a clase…
Pero
no respondió, sólo comenzó a caminar siguiendo a su hermano. Sí que se había
embobado.
-¡Te
lo juro! Unas piernas largas, delgadas y firmes…
-Basta
Darrell, ni siquiera la conoces.
-Deja
que nos cuente Matt, tú ya la viste ¿Nos permitirás al menos una breve
descripción de su cuerpo?
Matt
no respondió, odiaba cuando sus amigos se ponían del lado de Darrell, a veces
se preguntaba si en realidad eran sus amigos o si su único amigo era Dorian, quien se quedaba
callado cuando estaban hablando obscenidades.
-¡Mira!
¡Es ella!- dijo ansioso Darrell, de inmediato todos voltearon, hasta Matt.
Quería verla de nuevo, ver si realmente era real.
Vieron
cómo caminaba relajada hasta una banca en el otro extremo del jardín, justo
donde un pequeño árbol le ofrecía sombra. Se sentó, y pudieron ver que traía
una manzana a medio morder en una mano y un libro en la otra.
-¡Hey!-
gritó Matt, no tan alto para que todos, incluyéndola, le escucharan- ¿Podemos
volver al tema?
-Bueno-
siguió Dorian- necesitamos una batería nueva, la presentación es en menos de
dos semanas.
-No
entiendo por qué estamos tan preocupados por eso, podemos comprar otra y ya,
¿Ven en dónde estamos? ¿Saben cuánto cuesta la mensualidad?
-Darrell,-
esta vez habló Jeremmy- sabes perfectamente que el pacto con el que hicimos la
banda incluye no tratar con dinero familiar, que debemos trabajar para mantener
este proyecto.
-Pero
solamente ganamos dinero con las presentaciones, y en la última no ahorramos lo
suficiente para prever este tipo de cosas…
Matt
iba a seguir alegando cuando vio que Eliot se acercaba a aquella muchacha, no
pudo evitar sentir celos, o ¿era enojo? No sabía, pero algo sentía y no le
gustaba.
-¡Diablos!
Ese idiota nos va a ganar a la chica- gruñó Jeremmy. Todos se habían quedado
mirando hacia esa dirección, recargados en la pared, con los cigarros
evaporándose.
Valentina
seguía leyendo ávidamente, deseosa de saber qué podía pasar si Adrián en El Profesor de John Katchenbach llegaba a la granja donde se encontraba Jennifer
pero fue interrumpida por una voz áspera, de seguro por fumar mucho.
-No
sé por qué no te había visto.
Alzó
la vista para verlo bien, lo examinó con rapidez y recordó que había estado en
dos de sus primeras clases, justo en la primera donde llegó al aula tarde,
llenando ese cuarto de su presencia, de su personalidad y sintiendo las miradas
envidiosas que cada alumna.
-Sabes
que soy nueva, no digas estupideces.
Notó
cómo se le ensombreció la mirada al chico, y por un momento sintió miedo pero
no se lo permitió <<no volveré a ser sumisa>>, pensó volviendo a su
papel. El chico, sin responder, se sentó a su lado, demasiado cerca para el
gusto de Valentina.
-Estaba
leyendo…
-Preciosa,
he venido a invitarte a un evento. Me gustaría que fueras mi pareja.
-Ni
siquiera me conoces…
-Eres
Valentina, hija de Nicholas Lerman.
-¿Quién
te crees que eres para investigarme?- gruñó, estaba tan enojada que quería
golpearlo, con lo que fuera.
-Eliot…
Un
chico se acercó a ellos, y detrás de él otros tres lo seguían, podrían ser
hombres de negocios, tan elegantes si no fuera por el escudo a la izquierda de
cada saco.
-¿Qué
quieres Wick?
-Que
dejes de andar molestando a esta señorita, Hoffman- le dirigió una breve
mirada, pudo ver cómo se miraban retándose.
Pasaron
dos minutos, pudo sentirlos eternos, pero no dejaba de pensar que posiblemente
ellos tenían riñas desde mucho antes de que ella llegara. Eliot no tuvo opción
y se alejó, no sin antes recordarle su invitación.
-Espero
su respuesta- y se retiró, caminando tranquilamente por el jardín hasta
desaparecer al atravesar uno de los arcos del edificio.
Capítulo I
Valentina miraba
la ventana perdida en sus pensamientos mientras su padre, lleno de coraje e
indignación le exigía una explicación.
-¡Veme
a la cara cuando te estoy hablando! – Valentina sintió cólera en la voz de su
padre y decidió hacerle caso por esta vez. Volteó y lo miró, su padre parecía
el mismo diablo.
-Padre…
-¡Te
volvieron a expulsar! ¿Qué coño pasa contigo?
-No
sé por qué te molestas en desgastarte y enojarte en vano, sabes que me importa un
bledo todo esto- estaba a punto de bajar la mirada para agarrar su Ipod cuando
aquella mujer entró a la habitación.
-Por
favor Nicholas, no seas tan duro con tu hija…
Odiaba tanto a esa mujer, desde que su madre
había muerto, nada había vuelto a ser como antes, ahora tenía que aguantar a
una mujer que intentaba sentirse su madre y querer que ella se sintiera su
hija. Eso jamás pasaría, para Valentina solamente hubo y habrá una madre en su
corazón.
-Eres
una malcriada Valentina, Irás a otro colegio y se acabaron tus clases y salidas-
diciendo esto, su padre salió furioso de la habitación para dejarla a solas con
Mary.
-Tu
padre está algo estresado y…
-¿Te
podrías ir?
No
dijo nada más, Mary salió desilusionada, dolida porque Valentina siempre la
tratara de esa forma cuando ella jamás le había hecho nada, al contrario, desde
el primer día que la vio, la trató como si fuera su hija, aunque, claramente,
sin ningún resultado positivo.
Se oyeron pasos,
Nicholas seguía comiendo y Mary esperaba que la discusión no continuara. Cuando
Valentina llegó al comedor en pijama, se sentó sin decir nada y comenzó a comer
en cuanto una de las sirvientas le sirvió una ensalada.
-¿Es
todo lo que comerás? Necesitas más nutrientes.
-No
tengo hambre.
Nicholas
siguió comiendo sin dejar de ver a su hija jugar con el tenedor, era obvio que
había algo mal en ella, seguramente no comía por esas estúpidas modas en donde
las jóvenes se les veía delgadas, sin curvas. ¿Por qué? ¿Por qué su hija se
dejaría llevar por eso si es muy guapa y de buen cuerpo? Trató de dejar ese
tema para después, se ocuparía de arreglarlo en otro momento.
-Mañana
entras a otro colegio.
-Qué
más da…
-
Irás donde Eliot y Sofía.
Valentina
se atragantó con un tomate, no podía creer que esto le estuviera pasando.
-¿¡Por
qué!? Aquí hay muchos colegios…
-No
se discutirá, he tomado una decisión.
Valentina
casi pudo jurar que había visto una ligera sonrisa en el rostro de su padre.
-¡Pero
eso es hasta New York!
-Te
hará bien estar con ellos, así podrías aprender a comportarte como una señorita
debe comportarse.
-
¿¡A quién le importa eso!? -Se levantó y golpeó la mesa con los puños
endurecidos por la furia que crecía en ella con rapidez.-Solamente te importan
las apariencias y no te importa saber lo que realmente pasó, no te importa
saber por qué terminé soltando golpes a todas esas chicas de mierda.
Mary
pudo notar que a Valentina se le nublaban los ojos y unas cuantas lágrimas
comenzaban a asomarse para rodar por sus mejillas, sintió ganas de acercarse y
consolarla, pero sabía que sería en vano y en cambio saldría herida. Así que
solamente pudo mirar con dureza a su esposo que parecía no afectarle en lo
absoluto el enfrentamiento que su hija estaba haciendo.
-Te
irás mañana a primera hora, punto.
Podía distinguir
entre el perfume que traía y su aroma natural. A Darrell le fascinaba recorrer
su cuerpo lentamente después del orgasmo, teniéndola agotada a su lado, aunque,
por supuesto no solamente con ella, sino con cada mujer que su mirada captara.
Era su hobbie favorito. Antes de
querer volver a sumirse en el acto sexual, se vio interrumpido por un par de
golpes en la puerta.
-Darrell,
necesitamos hablar.
Se
movió irritado y gruñó:
-¡Lárgate!
Estoy muy ocupado-Besó a su chica sin quitar las manos de su senos.
La
puerta se abrió sobresaltándolos, Darrell volteó rápidamente y su chica intentó
taparse con la sábana.
-Te
dije que tenemos que hablar- Matt sonaba autoritario, vio a aquella mujer y la
reconoció enseguida, una chica de la escuela, siempre eran chicas que habían
querido primero con él y, tras no lograr nada, se iban detrás de su hermano.
Resignado,
besó por última vez a la mujer cuyo nombre no recordaba por más que lo
intentaba, se levantó sin importarle su desnudez y caminó hacia la puerta hasta
quedar enfrente de Dorian.
-Vamos,
pues.
-¿¡Cómo
es posible!?
-No
es nada de otro mundo, se rompió y punto.
-Pero
se rompió justo a dos semanas de la presentación, no defecamos dinero.
Se
enredó la toalla, aunque después de unos minutos para molestar a su hermano,
estaba tomando café que Matt había dejado en una taza, ni se molestó en
preguntar si lo iba a terminar, pero sí que estaba rico.
Después
de haber cumplido con decirle la noticia, decidió volver a resaltar el tema que
siempre los hacía enojarse y terminar peleándose.
-¿Cuándo
dejarás de usar a las mujeres?
-¿Perdón?
Que tú seas gay no significa que todos lo seamos- sonrió dejando en la mesa la
taza ya vacía. Se recostó en la silla en espera de que su hermano continuara la charla para convertirla en discusión, como
siempre.
-
Cuando una salga embarazada…
-Jamás-
le interrumpió algo irritado por sacar ese riesgo a relucir, le molestaba
recordarlo y que, por eso debía usar condón.
-Como
sea…tenemos que reparar la batería o no hay presentación.
Su tormento
estaba por empeorar; dos meses procurando descansar, castigada y con la
inquietud de que este día llegaría. Ahora, esperaba sentada en la parte trasera
de la lujosa camioneta, esperando a que sus “hombres” terminaran de meter todo el
equipaje. Trató de pensar positivamente, verle el lado bueno a esta desgracia,
sabía que en su antiguo colegio era envidiada, seguida y, por supuesto odiada;
era una típica chica popular hueca, y rubia, que ya era peor a pesar de ser
natural. Necesitaba cambiarlo por completo, ya no quería tener personas a su
lado solamente por interés, quería ser alguien diferente, sabía que esta
Valentina no era la real, era un estereotipo que tenía que romper. Sería ella
misma, eso era lo positivo que había podido encontrar.
-Te
irá bien- comentó Mary desde el asiento de enfrente- es un buen colegio y pude
notar que has ido a comprar nueva ropa, un look
nuevo.
-
Espero y tu hija se mantenga lejos de mí- no volvió a escuchar una sola palabra
de Mary en todo el viaje, ni en el avión, ni en todo el camino al centro de New
York.
-¿Aquí
viviré? – se sorprendió de ver el hermoso departamento que había comprado su
padre. En definitiva no sabía darle seguimiento a un castigo, sino que, al
contrario, hacía otras cosas para suavizar el impacto del regaño, algo
totalmente predecible en su padre.
-Su
padre vendrá dentro de dos días- uno de sus “hombres” le dio su horario de
clases y el teléfono de su transporte
privado junto con las llaves de su nuevo hogar amueblado, listo para ser
utilizado: un Penthouse.
-Todo
esto para mí…
-¡Valentina!-
se sobresaltó y quiso gritar y echar a correr, pero se vio rodeada por unos
delgados y largos brazos para apretarla con mimo, solamente sentía
indiferencia- Al fin estamos juntas, como hermanas- Sofía sonrió enseñando
todos los dientes, pero Valentina solamente la miraba esperando a que la
soltara.
Su
padre la había engañado tan bien, tendría que aguantar a sus hermanastros día y
noche, pero lo pagaría, pagaría cada gramo de la estupidez que Nicholas había
cometido.
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